martes, 15 de diciembre de 2015

Hacia el cierre de ejercicio


El 31 de diciembre se acerca y con él el cierre de ejercicio contable en la economía real. Se revisan los presupuestos, se cuadran los balances y se ajustan los beneficios y pérdidas que acarrean sus implicaciones fiscales.

Ya no hay tiempo casi para más que algún ajuste en alguna partida, alguna compra, alguna venta, algún ingreso o algún gasto extraordinario. El año está cerrado y ya solo queda pensar en el siguiente. Pensar en los objetivos, los recursos necesarios para llevarlo a cabo y una planificación temporal previsible y razonable.

Cerramos 2015, año de escalada y hacemos un ejercicio igual. Ya no va a ser posible encadenar los proyectos más duros, salvo algún privilegiado que aproveche estos días de vacaciones y tenga el tiempo y la motivación, no así los que hacen bloque, que ellos, al igual que los ingleses, cierran el ejercicio el 31 de marzo, así que todo esto les aplica, pero no de manera igual, no está todo el mundo de Navidad y villancicos.

Así que hagamos un balance rápido, le acompañaremos de algunos números.

1.- No hemos llegado al grado máximo objetivado. En ninguno de los tres aspectos, a vista, a flash o trabajado. Lleva consigo que en la reunión del equipo yo soy paganini de cena y otros los invitados.

2.- El número total de vías nuevas encadenadas de todos los grados supera el centenar: Más de la mitad están en el percentil superior de la escala de dificultad. Ese sí es un objetivo conseguido.

3.- Dos lesiones de más de un mes de duración: eso unido al clima hace que el año escalable sea de menos de nueve meses, en la media de los últimos años, las mismas vías en menos días. Según mi hoja excel esa es la principal razón de que no haya conseguido superar el objetivo uno.

He ido al fisiounas 25 veces en el año y he llegado a un acuerdo de que me cobre 25 euros por sesión (muy razonable por cierto) = 625 €.

4.- El número de escuelas visitadas distintas ha sido de 25. No está mal. En dos continentes distintos.

5.- Número de pies de gato utilizados: dos pares nuevos y cinco recauchutados. A saber: 120 € + 115 € + 140 € = 375 en pies de gato.

6.- Resto material nuevo: una cuerda 170 € + un arnés 55 € + 10 cintas express 170 € = 395 en resto material básico.

7.- Ropa nueva adquirida: dos pantalones 100 € + tres camisetas 60 € + una sudadera 35 € = al menos 195 €.

8.- Licencia federativa y cuota Asociación: 110 € + 15 € = 125 €.

9.- Kilómetros hechos para escalar más de 20.000 a 10 € los 100 (esto del cambio de vehículo lleva un sobre coste) = 2.000 €.

Aquí hay que valorar la positiva evolución del precio del gasoil, que hemos comentado muchas veces e hicimos una previsión muy realista a primeros de año.

10.- Parkings, campings y demás: 400 €.

11.- Rokódromo o sala de bulder: 35 €/mes = 420 €

12.- Entrenador, en mi caso os recuerdo que era en bitcoins.

13.- Cervezas de encadene (no las de después de escalar, que entonces se iría la cifra), sólo las que celebran un éxito de igualar máximo grado = 90 €.

14.- Colaboraciones con equipadores o asociaciones o clubes como Peña Sobia y demás: 150 € (cantidad pobre, lo sé, casi da vergüenza escribirla).

15.- Consumo de revistas especializadas y guías de escalada: 80 €.

15.- Sueños, esos son muchos y no cuesta mantenerlos.

Total resultado del ejercicio han sido no menos de 4.855 € de gasto.


No tengo en consideración la comida, porque aunque hay variaciones en la dieta para adecuarla al deportista, hay que comer todos los días. Tampoco otras adquisiciones de material o medios que luego utilizo para la vida normal, así como el seguro del vehículo, sus revisiones y el cambio de ruedas cuando toca, pensemos que sólo una parte es por escalar y otra por la vida, o puede que sea el total y tengamos que imputar una pequeña parte a la vida en cambio.

El presupuesto para 2.016 al menos debe ser de 5.000 €, da vértigo pensarlo, de nuevo tengo que pensar en garantizar ingresos que superen esta cantidad y dejar algo para el resto de la vida.

Hablaré con la ardilla de Espadelles, con el pájaro carpintero, con el cárabo del camino, con el bonobo de Cuenca, con el quebrantahuesos de Benasque, los renacuajos de Chang Mai, pediré consejo al Carpintero, al lechero, a los piratas, a los surferos, opinión al ingeniero, preveremos el tiempo de tormentas, nieves, lluvias y sol abrasador, lo calcularemos como el cubo de Rubik y soñaremos todos los años lo suficiente para levantarnos con los sonidos del monte y lo ruidos de los aperos.

Recordemos, una vez más, a nuestros héroes y visitemos sus tumbas. Se acaba el 2.015, larga vida al 2.016, iniciemos el presupuesto y preparemos su ejecución.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Veranillo de San Martín

Lunes fiesta, viernes viaje, semana de revisar la previsión del tiempo, veranillo de San Martín aparece con su sol y temperatura cálida. Me asomo a la ventana, el sol calienta las paredes, más tarde habrá que buscar la sombra.

El precio de la gasolina se mantiene estable, con cierta tendencia a la baja, se cumplen las previsiones más optimistas, el final de la crisis trae pequeñas alegrías para el presupuesto, el tipo de interés sigue cerca de cero, ahora hasta cuesta encontrar a alguien ocioso entre semana para escalar, seguimos buscándonos la vida.

Suena en la radio una canción de Amaral, “Marta, Guille y los demás”,  canturreo “son mis amigos” y dejo vagar mi imaginación. Dónde andarán unos y otros pienso, repaso el colectivo. Sonrío al pensar lo lejos y lo cerca que estamos, unos en escuelas del entorno, otros allende los mares y los cielos, hay quien más allá de los Pirineos. Todos cogiendo los trastos, mirando al reloj, dejando transcurrir la mañana.

Se abre un nuevo puente, incansable en el cálculo, éste ya desborda las previsiones, kilómetros, restaurantes, campings, bares, viandas, material de montaña, a las que sumamos horas de entrenamiento, entrenadores, rokódromos, zona azul, cervezas.

Volvemos a las paredes, a compartir, escuela, vía y pupitre de escuela. Zona de dormir, cerveza y comida. Nos vemos allí, el lunes toca hablar sobre la elasticidad de la oferta de las vías de escalada, hoy toca otra cosa.

martes, 20 de octubre de 2015

El velódromo de Cuenca

Practicamos un deporte de riesgo, eso ya es conocido. No suele haber accidentes en la práctica de la escalada deportiva. Los hay y suelen ser debido a errores en el uso del material o en el seguimiento de los criterios básicos de seguridad, nudos y maniobras de descenso desde la cadena de las vías los más habituales.

Más allá de las lesiones producidas como en cualquier deporte y las de las caídas o vuelos, controlados o no, el riesgo es conocido y asumido.

Ahora nos encontramos con una nueva situación de riesgo los habituales a Cuenca, una de las escuelas más concurridas en España los fines de semana, y es la supervivencia en el carril bici que recorre las hoces.

Haré un pequeño y subjetivo análisis de los hechos.

El carril bici empieza en la ciudad, cerca de los aparcamientos y algún chiringuito en la propia hoz del Rio Júcar y va paralelo a la carretera y a las paredes hasta varios kilómetros fuera de Cuenca, no muchos ciertamente. Inicialmente tenía pintados una bici y un peatón con pintura blanca (el peatón ha sido intencionadamente borrado), el carril tiene una pintura distinta, la clásica de color verde.

Los ciclistas comparten con los turistas y demás viandantes el carril, así como una zona con los piragüistas y toda la hoz con los escaladores. Una bonita forma de compartir un paraje natural de esta bellísima ciudad, patrimonio de la humanidad.

Todo debería discurrir en armonía y en un disfrute compartido. No es así. Los fines de semana asistimos a un velódromo improvisado. Ciclistas, bien individualmente, bien en grupo, recorren el carril bici a toda velocidad, compitiendo en búsqueda de algún récord. 

Algunos incluso van gritando a los peatones para que se aparten, olvidando el uso compartido de las vías públicas y las normas de educación. Se han hecho dueños del recorrido y cual justicieros a dos ruedas imparten sentencias en forma de exabruptos poco amables.

No creo que sea el objetivo del carril bici este, ni creo que esté en las previsiones de los organismos competentes, tampoco son todos los ciclistas, generalizar es faltar a los hechos. Sí son un grupo numeroso y ruidoso el que ha convertido el carril bici en un velódromo, abandonando en esos tramos la carretera, peligrosa para ellos por las imprudencias de los conductores de coches y otros vehículos de motor.

Ha habido incidentes. Choques y atropellos. Yo asistí a un hecho lamentable de atropello a una niña de ocho años que no se apartó ante los gritos del ciclista, el padre de la criatura todavía está asustado. Otro día oí unas voces, muy lejanas a la buena educación, de un ciclista a un matrimonio septuagenario que paseaba por la hoz.

La guardia civil y la policía municipal no han intervenido en ningún momento, no es fácil asistir in situ a uno de estos momentos, por lo que no sabemos cuál será la jurisprudencia que genere su actuación.


Creo que las aguas deben volver a su cauce, y ese es de la hoz, y que habrá que acostumbrarse unos y otros a compartir las vías públicas, aunque estén coloreada de carril bici siendo a la vez el paseo por las inmediaciones de Cuenca. Los escaladores tratamos de compartir vías, escuelas, caminos, montañas, ahora también un velódromo.

martes, 22 de septiembre de 2015

La vida pirata

Hoy he arriado la bandera, ya no era negra, y hace mucho tiempo que la calavera no daba miedo. Más parecía una sonrisa. Los días sin fin se han acabado, ya no da igual martes que sábado para atracar en puerto. Volvemos a los viernes, a odiar los lunes.

El tiempo es el mayor activo económico que tenemos, limitado de origen e incierto en su duración. Todo escalador sabe que además es un mal compañero de viaje, cuanto más vivimos menos nos queda. El elixir de la eterna juventud no lo hemos encontrado y en su búsqueda no hemos invertido inútilmente mucho tiempo. Sí en entrenar, en buscar vías, en encadenar proyectos, en la búsqueda de lo imposible.

La vida pirata es el sueño para el escalador deportivo. Tener todo el tiempo del mundo para entrenar y escalar sin más preocupaciones que buscar nuevas vías y zonas de escalada. El dinero necesario para vivir se obtiene de las marcas, patrocinadores varios, aquí se incluyen ahorros, familias, trabajos a tiempo parcial, las madres de algunos y las abuelas de otras. Todos los días son jueves, preludio del ambiente del fin de semana, no han llegado los habituales del sábado, siempre hay un día más para probar, no importa que llueva, ya escampará. La estrella polar en el norte, la cruz del sur en el otro hemisferio presiden las noches y la titilante luz de las estrellas ronronean como una nana cada noche para el sueño del pirata.

Han sido cuatro largos años. Las juntas de la vida se han tambaleado, los objetivos han ido cambiando. Ya no me llega el dinero de los patrocinadores, los sponsors se han cansado de mis pobres resultados, mi editor ya no vende mis libros. Vuelvo a buscarme la vida fuera de la escalada, en el rojo y verde de los mercados, en sus opciones y futuros.

Ya no seré pirata que se embarca sin fecha cierta de retorno, persiguiendo botines en forma de vías, allá donde me lleve el viento, sin más bandera que la dificultad, sin más patria que una nueva escuela de escalada. Ahora me embarco en el primer barco filibustero que salga los viernes, sin importar los vientos y con el lunes como futuro cierto.

Me hago mercenario. El fin de semana se llena de objetivos de  pegues, de compañeros obligados a la misma línea, de viajes programados, de planificación exacta de los entrenamientos, de consulta constante a la previsión meteorológica, de horarios de escalada. Ya no me darán igual los días de la semana, preferir los martes a cualquier otro día, no lo harán las borrascas como ahora, la hora de empezar a escalar, la estación del año o el sueño acumulado.

Me encontraréis en las escuelas, ahora con el portátil y la conexión 4G que no existe allí, analizando mercados, comprando y vendiendo el tiempo, amortizando el mío. Comprando el derecho de más tiempo. Mirando el precio del gasoil.

El amanecer se despereza con el canto del carpintero, las hojas vuelan sobre el río preludio del otoño, el nido del cárabo vuelve a estar habitado, el viento baja por el valle, las ardillas suben por sus frutos y nosotros sacamos los hierros para el combate. Es el ruido de las armas lo que me hace seguir, veterano embarcado añoro el combate con las vías. No veo el momento de dejarlo, nací pirata.

martes, 25 de agosto de 2015

Sumas y restas


La revisión del presupuesto anual es una obligación de hacer a mitad de ejercicio. Si aceptamos el año natural como tal toca ahora en verano. Así se hace en la economía real, en contraposición a la temporada de escalada, normalmente planificada para el máximo en verano. Muchos días largos, buen tiempo garantizado y vacaciones.

Recuperamos el documento original y hacemos una estimación de qué objetivos hemos cumplido, qué estimaciones van conforme a lo esperado, cuáles peor, cómo van los gastos y sobre todo, lo fundamental, cómo van los ingresos.

Todavía hay tiempo, si bien luego enseguida llega el otoño y aún más rápido el invierno con sus fríos, ahora tan lejano, y salvo que seas amigo del noble arte de la adherencia en granito las opciones se han acabado.

La gente de negocios hace inversiones, coloquialmente es una resta de su dinero, para mejorar y generar ingresos, futuras sumas de ingresos. La comparación es burda, sigamos mejorándola.

Contablemente una inversión (resta de dinero) se computa como un aumento de activo (suma de instalaciones por ejemplo), con el objetivo de producir más ventas y con ello más ingresos (sumas finales).

Los escaladores tienen distintas formas de medir su presupuesto anual, de los muchos aspectos analizaré el de realización de vías, objetivo final de la gran mayoría. La forma de saberlo es escuchar cuando encadenan y sus manifestaciones públicas, acto cercano al análisis de conducta más que al económico. “Una menos” se oye a veces (una resta), “otra a la libreta” (una suma), ayer oí “la he partido” (concepto distinto porque en economía o suma o resta pero una partida no puede ir a la vez a la mitad).

Parece, entonces, que el que resta es bien porque ha conseguido un objetivo de su lista anual, bien porque es una menos a conseguir, objetivo ambicioso que imagino será hacer todas las vías, objetivo tendente al imposible ya que cada vez se equipan más vías y el número de las que hay ya es inimaginable. Por otro lado sumar es añadir una más a las realizadas, una inversión.

Mi amigo el ingeniero lo ve de otra manera. Trabajar con uno siempre lleva a un proceso de reconsideración de los procesos. Suelen tener una forma distinta de pensar, eliminan aspectos que los demás pensamos fundamentales, priorizan y toman decisiones sin valoraciones personales. Su discurso es técnico y fundado.

Escalo con uno de ellos desde hace algún tiempo, esporádicamente, cuando le cuadra en su agenda, en su esquema de proyectos. Escala fuerte, equipa, disfruta del proceso, objetivos y medios para conseguirlo. Hace poco me dio un consejo, tras hacerlo me preguntó “¿no te importa que te de un consejo?”, sonreí, un ingeniero que tras su análisis de un error en mi escalada observa un error y me lo manifiesta, luego se da cuenta que es raro que la gente acepte consejos y lo dice también. Creo que es una suma.

Mi amigo el ingeniero suma vías y tiene proyectos. No las apunta, se lo fía a su memoria. Yo no puedo, tengo que apuntarlo, soy seguidor de la corriente de las bases de datos y las excel, sigo mirando el precio del petróleo brent y las cotizaciones de bolsa a la vez que consulto el 8a.nu.

Es verano, ya acaba. Volveré a las rutinas de septiembre, cuando desaparecen los veraneantes y nos quedamos los fanáticos en la tormenta.

martes, 21 de julio de 2015

Persiguiendo olas


Creo que empieza la tercera ola de calor, ya he perdido la cuenta de este verano, el más caluroso que ninguno de este siglo, incipiente eso sí. Busco el fresco del norte de España, no toca estos días ir más lejos, conduzco con el mar Cantábrico como límite natural y aparco allí donde las olas rompen en espumas blancas.

Me siento en la orilla, a la hora que abandonan los playeros habituales, y disfruto del lento peregrinaje de los surfistas al mar. Unos corren con la tabla bajo el brazo, otros andan tranquilos y otros se quedan mirando al mar estudiando la zona donde surfear.

Hay un momento en el que se quedan sentados en sus tablas, flotando mirando al horizonte, de reojo a los vecinos, calculando cuando empezar a remar, es ese momento el que me parece mágico, luego cuando vienen varias olas se desata la pasión, los gritos, la magia sigue hasta que la oscuridad cierra la escuela, de vuelta a la orilla, cansados, felices, a compartir una cerveza con el recuerdo de haber cogido la mejor ola.

Miro la página web del tiempo como hacen ellos, no es la misma, no es “windguru”, buscan vientos y olas, nosotros sombras y vías, se mueven en función de dónde sean mejores, viajamos buscando las mejores, entrenan fuerte y mejoran la técnica, entrenamos y mejoramos nuestra técnica, persiguen olas, nosotros perseguimos vías.

Me despierto pronto, como siempre, camino a la orilla a oír a las gaviotas y miro al mar, allí están ya, esperando a las olas. Persiguiendo sus sueños. Me doy la vuelta y conduzco a mi escuela elegida, allí persiguiendo sus olas, compañeros de fatigas, me uno al grupo que huye de la ola de calor a refugiarse al abrigo de una pared.

jueves, 11 de junio de 2015

Fanáticos en la tormenta


La campana de la iglesia gime lastimosa, tañidos viejos llamando a las gentes a guarecerse de la tormenta. El agua golpea el techo sin previo aviso, la oscuridad se cierra sobre el valle, el viento se lleva todo lo que encuentra. Una luz ilumina fugaz el pueblo y con ella se va la electricidad.

El río se despereza y ocupa orillas olvidadas. La cortina de agua impenetrable parece romperse con el trueno que hace vibrar el cielo. El ruido de la lluvia, del agua en cascadas, provoca un silencio temeroso. Las juntas de la vida se tambalean confiando en su firmeza.

Sigue cayendo el agua, vuelve a tronar, no nos hemos movido, el cielo es negro y el agua que cae fría, miramos por la ventana al valle. Hoy no se escala. Se llena de agua la cafetera, se ponen las tazas y toca disfrutar de esta gaia cambiante. Otro trueno avisa que todavía no ha pasado.

Las chorreras negras del agua virgen cierran sus vías de acceso. Tienen un descanso. A sus pies los guerreros de la roca, agrupados y silenciosos, esperan que escampe para subir a sus refugios. Miran el río, las piedras de paso yacen bajo el agua, el camino va a estar mojado, preparados para la batalla en la roca, no son jinetes de agua.

La tormenta por fin toma la decisión de seguir, lo anuncia con unos relámpagos seguidos, unos truenos lejanos, traca final de despedida, temor que se queda. Unas nubes rezagadas provocan una nueva carga. Paralizan el intento de huida de los fanáticos en la tormenta, se alejan los dioses, se llevan su tumulto.

Arriba el café humea en las tazas. La conversación arrecia según amaina la lluvia. Las tormentas ponen orden, limpian el valle, se llevan el polvo, provocan pequeñas catástrofes, obligan a volver a la alerta olvidada. Volvemos a los grados, a las cifras y a las letras.

jueves, 28 de mayo de 2015

Secretivos


El otro día estuve escalando en un “secretivo”. Al llegar había varios coches aparcados y escalando éramos por lo menos cuatro o cinco cordadas. Aún así sigue siendo un secretivo.

Permítame el lector menos docto en nuestro argot una explicación. Un “secretivo” es una zona de escalada, ya sabemos que a estas zonas las denominamos “escuelas”, que los aperturistas no publican y prefieren que no se den a conocer entre el resto de los escaladores.

Se mantienen en un relativo secreto al mundo en general y su transmisión es vía oral, o en servilletas de bar pintarrajeadas de líneas y de grados, con la advertencia verbal de “no se lo digas a mucha gente que se quiere mantener así”.


Las razones son variopintas, trataré de enumerar algunas:

a.- El equipador la quiere para él y su entorno y que no llene de gente ajena a su grupo para disfrutar de la tranquilidad del hallazgo y de su trabajo de equipar.

b.- Es una zona privada y el dueño ha accedido a que se equipe controlando quien va, puede haber ganado y se puede molestar con gente o nuestras mascotas, puede que sea de su uso privado y que no se convierta en un lugar público.

c.- El equipador o equipadores se la reservan para probar, con tiempo y tranquilidad sus vías, hacer las primeras ascensiones y trabajar con tranquilidad en la pared.

d.- Es un grupo local que, cual aldea gala, no quiere la invasión de los “romanos” que se produce cuando se publican las escuelas y se dan a conocer. Lo nuestro para nosotros y el resto para todos es un lema no escrito.

e.- El equipador, un imprescindible como sabemos, equipa siguiendo su impulso personal y deja las vías y las zonas. Transmite mínimamente la información y sigue. La zona empieza de secretivo y, con el paso del tiempo y de los encadenamientos, va pasando al conocimiento público.

f.- Cansancio de ver zonas como auténticos estercoleros o letrinas colectivas ante la falta de civismo de las escuelas más conocidas.


Hay que superar innumerables obstáculos para que siga siendo secretivo:

1.- El escalador es un coleccionista de vías. Una vez encadenada una queremos otra, y luego otra, así hasta el fin de nuestras fuerzas.

2.- Las redes sociales: vivimos en una sociedad del conocimiento y la información. Publicamos nuestro entorno y buscamos lo publicado de otros lugares. Es un proceso imparable y propio de nuestro tiempo.

3.- El colectivo de escaladores cada vez es más un colectivo consciente de su propia existencia. Se informa de lo realizado, se defiende el mismo, se asumen los problemas y se busca mecanismos de solución.

4.- Burdo rumor: cantaba la Mandrágora hace tiempo. Un rumor de zona nueva con buenas vías, crece y se propaga, de ahí a hacer una expedición a probar las vías es todo en uno. Luego el que ha ido propaga el rumor.


¿Son rentable los secretivos?

En este blog este es un argumento esencial. La decisión individual de publicar o no depende de la voluntad del equipador y todo el respeto a ello. Si es rentable o útil esta acción sí merece alguna consideración para abrir a la discusión.

El dinero invertido por los equipadores hace tiempo que sabemos que va a fondo perdido, salvo el aportado por instituciones, asociaciones de escaladores, publicaciones de guías que destinan un porcentaje al equipamiento.

La búsqueda de nuevas zonas está en nuestro genotipo. Publicamos y buscamos publicaciones, nos auto imponemos normas de comportamiento y de respeto al entorno pero seguimos en el viaje.

Todos conocemos zonas que dan pena, incluso vergüenza ajena, ante la cantidad de papeles y basura, además de la letrina colectiva, ya que las normas del libro de “Cómo cagar en el monte” todavía no son un estándar de comportamiento.

El sentirse parte de un colectivo o de un grupo es más una visión desde el exterior que desde la visión individual. Conozco escaladores que prefieren escalar solos, equipar solos y que no soportan las aglomeraciones, es lógico pero está lejos de una realidad creciente y es la de que cada vez somos más y buscamos nuevas vías.

Puede que no se sientan parte de un colectivo, yo sí lo hago, fui consciente una tarde de verano en Cëusse, sentado tras un pegue a una vía mirando al muro, se extiende hasta el horizonte, caliza blanca con el último sol de la tarde, surcada de vías, en todas ellas escaladores y escaladoras probando, volando largo muchos y encadenando otros, colectivo fanático. Instante en la retina cual replicante a punto del fin de sus días, “he visto el muro de Cëusse ardiendo de escaladores en todas sus vías”.

miércoles, 22 de abril de 2015

Parkímetros, kilómetros y depósitos de gasolina


Está ocurriendo. Empezó de forma soterrada en Rodellar, a modo de impuesto vía multas por aparcar en el casco urbano, obligados a pagar el parking por pernoctar, vigilados por patrullas mañaneras de la guardia civil, haciendo un trabajo extraño para lo que se constituyó la misma.

Seguirá en lugares donde ir era uno de los placeres de esta vida, Margalef. Se preparan para ello. Hace tiempo que no se sostiene la limpieza de la basura y su recogida de todos los que por allí pasamos. Habrá que hacer en próximas fechas una entrevista al alcalde para que nos cuente cómo va a ser. La primavera avanza y alguna semana hay ya reservada para ello.

Cuenca, patrimonio de la humanidad, permite que se duerma en las zonas habituales. Cumpliendo unas normas básicas. El responsable de la guardia civil que le corresponde las zonas donde dormimos, una carretera por medio de la ciudad así lo hace, ha tenido el sentido común de avisar de las normas para que se cumplan sin tener que expedir unas multas engorrosas e innecesarias. Hay que alabar la inteligencia de quien así ejerce su trabajo cumpliendo con su deber sin convertir en una persecución al colectivo escalador que visita la ciudad.

Teverga es el paraíso. El ejemplo que ponemos todos cuando explicamos cómo deberían ser las cosas. Eso sí, sin el compromiso y el trabajo del club local y los escaladores de la zona no se sostiene. Los gastos son grandes y por ahora los asume el ayuntamiento y el club “Peña Sobia”.

Hubo un tiempo donde no éramos tantos. Llegábamos, aparcábamos, escalábamos y disfrutábamos del lugar que quisiéramos para escalar. Incluso nos miraban extrañadas las gentes del lugar al ver las cordadas. Hoy no es así, hay que madrugar para encontrar sitio en las escuelas más populares, hacer más o menos cola en las vías más comerciales, buscar sitio para dormir, alineados los vehículos, solidarios con los próximos a llegar. Ahora somos muchos, cada vez más, nos conocemos, compartimos información, nos reconocemos como un colectivo, como parte de un conjunto. También nos damos cuenta que tenemos que defender nuestra actividad con argumentos, negociando con las administraciones competentes, asociándonos para demostrar unidad y capacidad de convocatoria, además de sentido comun.

El precio de la gasolina este año permanece estable, subidas que tornarán a pequeñas bajadas a lo largo del año, para una curva ligeramente horizontal en nuestro cuadro de gasto. Más capacidad de consumo al trasladarlo este gasto fijo a variable, en vez de ahorro. Ya. Me explico, el dinero que no gastamos en gasolina sí lo gastamos en viajar y en más consumo, no es habitual cuando la situación económica mejora dedicarlo a más ahorro o a amortización de deudas. Individualmente cada uno es un mundo, pero a la hora de las charlas después de escalar se manifiesta en los proyectos de viajes, cada vez más frecuentes y con destinos más lejanos.

El futuro próximo se adivina sin recurrir a los druidas. El final de la crisis en forma de aumento del consumo se observa en los parkines habituales, han ido cambiando el parque de vehículos, más auto-caravanas, más camper, más californias. Esto nos llevará a afrontar a una problemática nueva, además de ser muchos no vamos a caber fácilmente en las zonas más clásicas. El problema del estacionamiento nos llevará a problemas con los ayuntamientos y con los competentes para su control, bien policía municipal, guardia civil, mossos, o quien sea.

Vamos a ver más pagos por pernoctar de una manera u otra, allí donde generemos un coste por el número de los que vamos. La masificación, ya no nueva sino habitual en nuestras escuelas, ha venido para quedarse. Vivamos con ella mirándola a la cara y afrontando de manera inteligente la situación.

lunes, 23 de marzo de 2015

La vía es sueño


Sueño con vías. No me pasa muy a menudo. Lo normal es que haga un ejercicio de memorización de los movimientos, retenga en mi cabeza la sucesión de pasos, que de una manera más eficiente, me permitan encadenar una vía. El proceso es el siguiente: antes de iniciar un “pegue”, visualizar los pasos que voy a dar. Es uno de los ejercicios que están comprobados son necesarios para el éxito. La visualización positiva del encadenamiento de los pasos.

Algunas sobrepasan el consciente y se instalan ahí donde habitan los sueños. Ocurre, sin embargo, que por la mañana se disuelven en la memoria. Tras una vivencia intensa, rayana con la realidad, al despertar desaparecen. Unos minutos después tengo un vago recuerdo de lo soñado, unas horas después no me acuerdo de nada. Son como los sueños.

Encadeno vías. No me pasa muy a menudo. Lo normal es que haga un ejercicio de memorización de los movimientos, probándolos muchas veces hasta tener la secuencia más eficiente, por mi forma física, para hacerlos. Entreno y me adapto a los movimientos más difíciles. Hay vías que no soy capaz de resolverlos, bien por falta de fuerza, de habilidad física, o de descubrir una forma de hacerlo. Vuelvo, tras entrenarlo, hablarlo con mi entrenador y poner una estrategia que me permita hacerlo en un futuro. Visualizo la vía y me aprendo los movimientos.

Algunas sobrepasan el consciente y se instalan ahí donde habitan los sueños. Sueño con hacerlas, son sueños conscientes, despierto, pertenecen al mundo de los que pueden hacerse realidad. Una vez encadenada se va disolviendo en la memoria, al principio me acuerdo de ellas, grabados los movimientos a fuego, luego los voy olvidando, ocupando el hueco en la memoria con los movimientos de nuevas vías.

Sueño despierto y a veces tengo “deja vus”, creo que ya he hecho una vía o un movimiento, una suerte de paramnesia de reconocimiento, ya he experimentado previamente un paso y puedo repetirlo, justo antes de hacerlo. Mi cabeza recuerda pasos que no he dado antes.

Tengo vías en la cabeza. Recuerdo cada uno de sus movimientos. Viajan conmigo como mi ebook en la mochila. Pertenecen a los sueños de la razón. Abro el archivo y recuerdo los movimientos, dónde pongo la mano, con cuántos dedos, cómo cruzo el pie por encima de la rodilla, cómo reboto dos veces con la misma mano y así hasta que llego a la cadena. Vías que están a cientos de kilómetros de mi casa, requieren de una decisión clara de organizar un viaje allí, buscar la mejor época del año de la zona, el mejor momento de forma para afrontarlas y,por supuesto, de la suerte de que no haya muchos escaladores probándola en ese momento.

Pasan de año a año, como viejos amigos busco el reencuentro, a veces ingrato, siempre con la incertidumbre de enfrentarme a ellas. Me gusta viajar y escalar con aquéllos que comparten esta pasión, que sueñan con vías, que no tienen miedo al fracaso conocedores que habrá otra vez. Está en la mítica de este deporte.

Otro sueño que se disuelve en la mañana, entre los sonidos del pájaro carpintero. Todas las vías son sueños y los sueños, sueños son.

lunes, 9 de marzo de 2015

El canto del carpintero


Las primeras luces del alba me suelen encontrar despierto, lector impenitente, café cortado y primeros sonidos de la mañana. El río Júcar arrulla en los cantos y las orillas. Al fondo, inconfundible, un pájaro carpintero trabaja algún chopo ribereño. Su canto, pequeñas sucesiones de golpes repetidos, se convierte en mi canción de desayuno. Amanece en Cuenca.

La jornada despereza, fría y soleada, en el ritmo cansino del campamento. El invierno se aleja, se adivina la primavera. Las nieves vienen en el río, con ellas sus días blancos. Los días de nieve han acabado, vuelven los días de roca.

Apuro el café y cierro los ojos. Mi mente vaga hasta el norte, reino del manto blanco en invierno, días cortos y fríos, Cerler mi capital preferida. Allí donde el quebrantahuesos es el rey. Allí donde este invierno volví a sentarme, en el telesilla, con el carpintero, en mis clases de esquí, camino del Gallinero. Seis meses enseña en la estación, seis meses ejerce su otra forma de vida.

Mira con sus ojos claros al valle, al fondo Cerler, donde ejerce de carpintero cuando no de profesor de esquí, especialista en fuera de pista, free ride se dice ahora, amante de las montañas, apasionado de su pueblo.

La carretera, me decía, para llegar al valle hace tiempo que habría que haberla ensanchado, no llegan las inversiones tan necesarias para hacer crecer este valle, se quedan en el de al lado. Su mirada se dirigía por encima de las montañas, no me dijo a cuáles, yo los intuyo, no es difícil. No se quedan a vivir en el valle. Vienen por temporada, son cientos de profesores, pero en cuanto se derrite el hielo se van con él. Eso sin contar los que dan clases ilegalmente, sin la titulación necesaria, sin los seguros que respalden su actividad si ocurre un infortunio. Cada año somos menos viviendo en el valle, unos pocos, pero menos. Concluyó su reflexión. Miró al valle y dijo “ahora a muerte hasta abajo”. Fanático de su deporte, de su valle, de su pueblo, de sus montañas. Me tiré tras él y conmigo los otros siete aprendices.

El pájaro carpintero volvió a aporrear su pino. Me despertó de mi ensueño. Hay paralelismos y frentes comunes. La titulación necesaria para enseñar, dar clases, junto con la responsabilidad civil de las actividades al tiempo libre. El problema de la despoblación de los pueblos, en muchas ocasiones donde realizamos nuestras escaladas. Actividad económica que fije población. Decisiones políticas de inversión pública que ayuden a ello.

Pienso en el colectivo itinerante de Rodellar de los veranos, en el de guías de montaña de los inviernos, unos pocos se quedan, los demás siguen el camino. Nos acercamos al Paraíso, vivimos un tiempo en él y buscamos otros, persiguiendo un nuevo proyecto cada vez. Volvemos y encontramos los que han elegido éste o aquel. Viviendo en Margalef, en Cerler, o como yo, en la caravana.

Es el canto del carpintero, el de Cuenca o el de Cerler, el que agita mis razonamientos. Su bella canción resuena en mi cabeza así me ponga las botas de esquiar o me calce los pies de gato.



domingo, 1 de febrero de 2015

El cubo de Rubik


A mi me contaron que Rubik inventó su juguete como problema matemático para los estudiantes de la Universidad donde daba clase. Debían plasmar al papel la solución de movimientos que llevaran desde una situación multicolor a la de todas las caras del mismo color. He leído ahora que probablemente no sea así, en todo caso queda como un problema de movimientos para llegar a la armonía de la solución idónea. Hay varias posibles, una más idónea pero varias posibles.

Llevo un cubo de Rubik en el coche cuando voy a escalar. Un día se cayó, ya sé que las cosas no se caen solas, excepto cuando eres de Salamanca, y se desmontó en piezas, lo rehicimos sin comprobarlo. Ahí ha estado soportando pegues de los sucesivos copilotos, hasta que un día uno me dijo “hay una pieza mal puesta”, cambió esa pieza y completó el rompecabezas.

Yo le he dado muchos pegues, recuerdo a los menos habituales que “pegues” denominamos a cada intento de encadenar una vía de dificultad. El problema era el método, me ponía a mover piezas y trataba de hacer una cara y luego otra, sin ton ni son. He recurrido a un método, muy bien explicado en wikipedia, y voy mejorando. Ya hago el cubo en unos pocos minutos. No soy capaz de explicarlo matemáticamente pero sí tengo el automatismo creado. No tengo esa facilidad, rayana en la belleza, de la visión espacial y hacer varios movimientos a la vez para completar el cubo, como he visto en YouTube, de los privilegiados con este don.

Mi entrenador hace tiempo que trabaja conmigo en los automatismos de la escalada, “regleta pequeña, pié pequeño, el otro al aire, dinámico con la otra mano a regleta lejana, luego otra mano, tres series con descanso”, rezan sus whatsapps. Por supuesto que no tengo libro de entrenamiento semanal, ni me dirige personalmente, usamos las tecnologías, yo le pago con bitcoins, él todavía no sabe dónde gastarlos, todo muy virtual. Menos mis dedos doloridos. No tengo, como con el cubo, el don de la facilidad de la escalada, no estoy “tocado” por la varita de los dioses. En mi caso es esfuerzo, dedicación y superación de las limitaciones además de una inquebrantable determinación ante el fracaso.

Las vías de escalada ofrecen, a veces, opciones distintas para hacer los pasos, “el trucu ye apretar”, todas idóneas para conseguir el objetivo del encadene, no importa si es en más o menos movimientos, ni el tiempo empleado, gestión de la resistencia y tiempo en vía que son factores a gestionar. El objetivo es llegar a una situación dada y sin necesidad de perder mucho tiempo, que mina la resistencia y, sin dudar, en la capacidad física, hacer el movimiento que lleve a completar el paso, la cara del cubo.

Reviso mi lista de encadenes y mi lista de proyectos. Es tradición entre los escaladores hablar de la “libreta” donde se apuntan las vías que uno encadena. Es un método clásico que yo hace tiempo he desechado. Ahora lo apunto todo en una hoja de “excel”. Datos como la fecha, el grado de la vía, su nombre, el número de pegues que le doy y, por supuesto, cuando la encadeno.

A partir de ahí hago un análisis de las vías de mi máxima dificultad que pruebo y/o encadeno, cuánto me cuestan, en qué época del año hago más, si un mes pruebo más vías duras, o reviso y programo posibles picos de buena forma. No podía ser de otra manera, miro las gráficas como hago con las cotizaciones de bolsa. Hago un análisis técnico y me propongo el próximo objetivo. Vuelvo al tablón a entrenar y, otra vez, a pié de vía a probar el “cubo de Rubik”.

jueves, 15 de enero de 2015

Lleno, por favor


Lleno por favor”, son las palabras mágicas que habíamos borrado de nuestro lenguaje cuando parábamos a repostar en una gasolinera. Me di cuenta el otro día camino del Sur buscando el sol de invierno y las vías que allí dejamos.

Nos habíamos acostumbrado a calcular cuánto teníamos que echar realmente. Según los kilómetros, estilo de conducción y número de personas en el vehículo hacíamos un presupuesto. Escotábamos y aplicábamos. Proceso de presupuestación clásico, análisis de coste y aplicación del importe.

Miré el precio del gas gasoil, 99 céntimos. Gasolinera donde un operario te sirve el combustible para aligerar las colas. No dudé, “lleno, por favor”. Sesenta y cinco euros en total, lejos de los ciento y poco que llegué a pagar en verano una vez. Paramos a tomar café y cogí el boli y la calculadora. Cogí una servilleta de papel que es un formato clásico para plasmar los planes de negocio y me puso a garabatear.

Más o menos hemos hecho 40.000 kilómetros en el año para escalar, ya sé que suenan muchos pero os invito a mirar vuestros cuentakilómetros. Consumo de unos 12 litros a los 100, así que hemos consumido 4.800 litros de combustible que suponen a un precio medio de 1,37 euros un total de 6.576. Si este año el precio medio se sitúa en 0,99 céntimos gastaremos 4.752 euros. Por lo tanto ahorraremos sobre el año pasado 1.824 euros.

Resumen por año (el 2.015 es una previsión):

Año 2.014: 40.000 km / 12 lit. cada 100 km = 4.800 litros X 1,37 € = 6.576 €
Año 2.015: 40.000 km / 12 lit. cada 100 km = 4.800 litros X 0,99 € = 4.752 €

Ahorro previsto:
Gasto total año 2.014 (6.576 €) - Gasto previsto 2.015 (4.752€)= 1.824 €

Cojo otra servilleta y escribo lo que vamos a renovar durante el año con ese dinero, de una manera aproximada (somos dos claro):

1.- Cuerda nueva de 80 metros: 160 euros
2.- Dos pares de gatos: 240 euros.
4.- Cuatro recauchutados de gatos: 22 X 4 = 88 euros.
5.- Diez cintas express nuevas: 150 euros.
6.- Dos arneses: 90 euros
7.- Dos pares de zapatillas de montaña: 240 euros.
8.- Dos pares de pantalones técnicos: 120 euros.
9.- Dos camisetas técnicas: 100 euros
Total: 1.188 euros.

Acabo la servilleta y todavía tengo 636 euros de remanente que creo usaremos para financiar más gasolina y los gastos de comida de varias semanas de escalada.
La crisis nos ha llevado a plantearnos las decisiones de inversión, a priorizar el ahorro sobre el gasto y nos ha hecho aumentar la aversión por el gasto superfluo. Cada uno según sus ingresos y, fuera de reflexiones macroeconómicas, capeando el temporal.

A pié de vía un escalador, esa misma tarde, me pregunta que por qué ha bajado el precio de la gasolina, “el fracking” le respondo. Un complejo juego internacional entre los saudíes bajando el precio porque los americanos están consiguiendo petróleo por medio del fracking, esto hace abaratar el precio al haber exceso de oferta barata. Mientras, unos y otros, eliminan competidores, que en este caso son países productores. Ambos procesos son perjudiciales para el medio ambiente con efectos secundarios devastadores. Le remito a leer a Greenpeace y a la página de Expansión, para los distintos aspectos del tema. Me mira y me pregunta “¿tú crees que es 7c?”, le digo que sí, que es dura, y seguimos escalando.