jueves, 23 de marzo de 2017

Atascos, colas, embotellamientos y otras ineficiencias en la escalada

Llevo unos años viviendo en Madrid, llegué de casualidad y pienso como Sabina, que canta “aquí he vivido, aquí quiero quedarme”, eso sí, mientras me dure este trabajo, luego me echaré al monte, que el aire es más limpio.

Somos madrileños por el hecho de vivir en Madrid, no hace falta haber nacido aquí para entender los usos y costumbres de esta ciudad. Sabemos cómo funcionan ciertas situaciones y conocemos sus reglas. No nos sorprendemos si a cualquier hora se produce un atasco monumental en cualquier acceso al centro de la ciudad y estamos atrapados. Incluso en ese momento tenemos unas reglas que todos cumplimos.

Antes de seguir hay que hacer una puntualización y explicar lo que es una costumbre. En la Universidad de Salamanca mi profesor de Derecho Romano dedicó mucho tiempo a este concepto. “Opinio iuris sive necessitatis”, una norma se cumple porque se piensa que es un derecho real. Las costumbres son hábitos que cumplimos que se convierten en normas que todos aceptamos, dicho de otra manera. Sé que con estas frases me pondrían al margen de un examen una nota explicativa, pero sirve para explicar los atascos y las colas en la escalada.

Todo esto empezó el domingo, día clave del fin de semana del escalador mercenario, en la vía que estaba probando con mi sempiterno compañero, vía comercial y referencia en su grado, se formó una cola de escaladores. Tras las consabidas preguntas de turno quedó éste establecido. Nos miramos unos a otros y sin decirlo expresamente dimos por sabido el “uso o costumbre” de estos casos. Turnos rápidos, un intento por escalador, en caso de caída se sube hasta el final para recordar los pasos y se limpia al bajar los cantos para el siguiente. Todo iba bien hasta que llegó un “pata negra” que quería calentar en ella, nos miramos y le dejamos, tardó dos minutos en hacer la vía y dejarla libre. Se “coló” su asegurador, y en vez de dos minutos estuvo más de media hora probando los pasos y con la evidencia de que estaba por debajo del nivel requerido. Resultado, retraso de todos los escaladores, parados los últimos esperando su turno sin querer cambiar de vía para no perder la oportunidad y al último no le dio tiempo a escalar. Por supuesto ninguno dimos un segundo pegue.

La costumbre, la norma no escrita, es que el que pone las expreses es el primero en probar, luego su asegurador y después por turnos pedidos, en algunos sitios no se pide turno y lo que se hace es tirar la cuerda a pie de vía, la tuya detrás de la anterior. La excepción que hace norma es cuando viene alguien con un grado muy superior y de una manera expresa “solicita” que le dejen un pegue, que “la hago en un minuto” suele ser su argumentación. Dependiendo de la situación se le permite o no, la mayor parte de las veces sí, excepto cuando hay cordadas de distintos sitios donde la cola hace ley.

La situación me recordaba a la de los atascos en Madrid. Se forma una cola y todos aceptamos el retraso, si alguno se cuela sólo debe cumplir una regla, hacerlo muy rápido para que los demás no paremos, vamos meter el coche con decisión que sólo haya que levantar el pie del acelerador pero no frenar. Si viéramos a Fernando Alonso seguro que le dejaríamos pasar, más por ver cómo lo hace y sabiendo que lo hará rápido.

Los atascos llevan a pérdidas de productividad. El primero frena una décima de segundo, el segundo son dos, el tercero es un segundo, el cuarto un poco más y unos pocos coches más atrás están parados aun cuando adelante puede haber movimiento. El retraso es acumulativo y los últimos tocan el claxon. En la escalada los de atrás están parados, se han quedado fríos, necesitan más tiempo para probar los pasos, su nivel de eficacia desciende y su enfado es creciente. Si encima se cuela alguien con cualquier excusa se produce un incumplimiento de estas reglas que no llevan más sanción que la social, y ésta, en muchos casos no sirve para mucho.

Los embotellamientos son una situación parecida. Todos decidimos ir al mismo sitio al mismo tiempo y por el mismo camino. Saturamos la vía y todos nos quedamos parados. En las vías de escalada suele haber embotellamientos en ciertas vías comerciales y las rutas a otras vías estar libres. Clásico tema del 8a comercial frente al 7c+ inescalable que nadie prueba. Mi amigo Renaud equipó alguna vía en Cuenca y por avatares del destino quedó de 7c+, la vía es espectacular, claro que realmente es 8a. Conclusión tiene menos cola que otras del entorno mucho menos “duras”.


No hay atascos los domingos por la mañana en Madrid, no hay atascos los lunes por la mañana en la vía que estábamos probando. Es la diferencia entre la vida pirata y la vida mercenaria. El domingo si un coche se cuela ni te das cuenta, el lunes recibe una pitada del respetable. El domingo no se cuela nadie en una vía, el lunes da igual, suele estar vacía. La norma es la misma. La eficiencia cambia radicalmente. Su impacto económico también. El tiempo es oro, ese es el único recurso que importa en este caso.

1 comentario:

Roberto dijo...

Amigo Gonso... genial!!! (como siempre)

Publicar un comentario